25 de febrero de 2008

El sol, la luna y Chinatown

Interesante geografía la del barrio de Belgrano, con sus subidas y bajadas, su riesgo de asalto en Barrancas y la soltura con la que algún que otro vecino ex-represor de la zona burla su prisión domiciliaria mientras saluda al policía de la esquina. Gente feliz o con gran talento para ocultar problemas. Alguna que otra baldosa floja. Creería que acá el sol brilla mejor que en otros lados.

Hay bastantes espacios verdes y otros tantos edificios con ganas de eliminarlos. Hay árboles con cal en la base y palomas por todos lados. Deben ser el animal más hipócrita que conozco, disfrazadas de aves, no son más que ratas con alas. Nobleza obliga, al menos las ratas tienen la decencia de cagar en el suelo, mientras que en el caso de estos bichos, juraría que nos apuntan y se congratulan mutuamente por blanco acertado.

No es que quiera ponerme en víctima ni defensor de ausentes con esto. Al fin y al cabo el sistema de cañerías esta tan viejo, y colapsado, que de cualquier manera la mierda debería estar inundándonos a todos de acá a un par de años, supongo que podríamos ir acostumbrándonos. Pero odio las palomas y no puedo dejar de repetirlo para mis adentros, mientras las esquivo caminando por Juramento con rumbo al supermercado.

21 de febrero de 2008

¡Eh, Gringo! (Una historia con gente inventada)

Hacía un frío de cagarse y caminábamos por la calle, sin mucho más rumbo que el que surgiera. Aunque en el pasado habíamos sabido hacerlo con bastante frecuencia, la vida nos encontraba perdiéndole el ritmo a esta clase de caminata.

— ¡Eh, Gringo! Convidame un pucho, que me cago de frío —Luciano apuraba el paso mientras inútilmente intentaba que su remera hiciera de abrigo frente al mal carácter del tiempo—, ¿Te queda alguno, no?
— ¿No habías dejado de fumar? —Le pregunté mientras le alcanzaba un cigarrillo—, toma, me parece que voy a dejar yo antes que me termines arruinando… rata.
—Por ahora estoy tratando de no comprar, un primer paso es un primer paso, ¿No?... Convidame fuego que no tengo... ¿Tenés chicle?

Hay mucha gente de buen corazón cuya vida es una tragedia tras otra, gente a la que la suerte no solo les come la milanesa sino que además les pasa el dedo por el puré solo para decirles que tiene gusto a mierda y escupirlo. Uno lee en el diario todos los días sobre los chicos muriéndose de desnutrición en algún lugar del mundo, o el cieguito que quería aprender a leer y le robaron las zapatillas. Uno lee todo eso, se amarga... y después conoce a un tipo como Luciano.

La mejor manera de describir la clase de persona de la que estamos hablando es la siguiente: imagínense un individuo que por pura imprudencia causa un incendio en un edificio provocando que mueran todos sus ocupantes… excepto él, claro está, que no solo se salva, sino que a la salida se encuentra un billete de cien pesos. Imagínense eso y ahí tienen a Luciano. Nobleza obliga, no es de mi conocimiento que haya causado algún incendio a la fecha, aunque no me sorprendería que lo haga a futuro, probablemente con billete de cien pesos incluido y todo.

Luciano anda por la vida preocupado por nada más que si mismo y su inmediato beneficio, usualmente manifestando esto con un orgullo y convicción que si lo toma a uno por distraído, hasta podría hacerle creer que así es como deben ser las cosas. Hijo único de padres que lo adoran ciegamente, nunca tuvo que esforzarse por nada más que hacer el menor esfuerzo posible y pareciera ser que cuanto menos hace, mejor le salen las cosas.

¿Cómo llegamos a ser amigos? Honestamente, no le encuentro explicación. No sé si ósmosis sea un argumento válido. Tan solo sé que desde que tengo uso de la memoria, ahí esta Luciano. Es todo lo contrario a mi persona, representa todo lo que critico y evito, y sin embargo, por algún extraño motivo, tengo que reconocer que me cae bien. Esto no significa que más de una vez no hayamos terminado a los golpes, pero siempre desde el más absoluto cariño con el que un amigo elije hacerle saber a otro que es un imbécil.

Últimamente no nos estábamos viendo mucho, ambos andábamos con trabajo nuevo y seguíamos con nuestros estudios. Además, él tenía hace meses una novia con la que andaba bastante pegoteado. Por eso mismo, cuando me entere que me había estado buscando insistentemente, supe inmediatamente que el noviazgo había terminado. Tanta necesidad de encontrarme no podía tener más que un interés de fondo. Precisamente, pude confirmar mi sospecha cuando me llamo pidiéndome que le presentara a mi amiga Virginia, a lo que le respondí que la quería demasiado como para cagarle la vida de esa manera ¿Se entiende que a ella, no?

Luciano se ofendió un poco, luego se rió y me dijo que al menos lo acompañara a caminar por ahí, tal vez tomar algo, como para despejarse un rato. Sabía que todo esto no era más que parte de su plan-B para tratar de hacerme cambiar de opinión con respecto a Virginia, pero como no había nada bueno en la tele decidí que una cerveza con él no iba a estar del todo mal: con todo lo criticable que tenía como ser humano, seguía siendo un gran contador de anécdotas, que aunque probablemente fueran mentiras e inventos en su mayoría, seguían siendo de esa clase de historias que a uno le gusta escuchar cuando bebe, claro esta, si uno sabe apreciar el realismo mágico.

— ¡Eh, Gringo! —vi su mano agitándose frente a mi cara—, ¡Ehhh!... ¡Colgaste mal Gringo! ¿En qué estas pensando? Me cago de frío ¿Me das un toque tu buzo?
— ¿Vos me estas jodiendo? —me aferré a mi abrigo como para reforzar el concepto que no iba a dárselo—, Ahí veo un kiosco abierto, creo que tiene sillas adentro, bancatela, te hubieras abrigado.
— ¡Que mal tipo que sos! Boludo, me acabo de dar cuenta que me olvide la guita en casa, tengo la cabeza en otro lado, esto del corte me tiene medio para atrás... ¿Me bancas y después te pago?

Había que darle crédito a Luciano, incluso en las mayores adversidades emocionales, seguía siendo fiel a su espíritu de garrapata... ¿Cómo llegamos a ser amigos?... ¿Sonaría repetitivo si digo que, honestamente, no le encuentro explicación?

19 de febrero de 2008

Juego de sombras

Tic-tic-tac-tic-tac.

El techo esta igual que siempre.

Tic-tic-tac-tic-tac.

Hay algo detrás de la ventana. Ah, no... No hay nada.

Tic-tic-tac-tic-tac.

Tengo sueño. Tengo sed. Tengo demasiado y no sé que.

Tic-tic-tac-tic-tac.

Las agujas no cierran sus ojos. Me están mirando fijo.

Tic-tic-tac-tic-tac.

El techo esta igual que siempre.

17 de febrero de 2008

Madera Noruega

Para hacer una larga historia un tanto más corta, se necesita tener un cierto conocimiento al respecto de la misma, alguna vocación narrativa y la firme convicción que todos se aburren a menos que sientan que le están hablando sobre ellos mismos.

No estoy muy seguro de poder cumplir con nada de esto, pero tengo un posgrado en océanos e inundaciones, lo cual no es muy útil para construir edificios, pero viene bastante a mano cuando se trata de llegar de un punto al otro.

Por cada mano que se une hay dos que se vuelven peligrosas, pero a diferencia de Van Gogh, mi navaja esta guardada bajo siete llaves, las cuales trato de perder lo más frecuentemente posible. Aunque la tristeza no es eterna, tampoco es bueno dejarle muchas chances.

Vivimos, aprendemos, volvemos a cometer los mismos errores. Hay cicatrices para probarlo y una humanidad entera para seguir agregando. No hay fósforos que alcancen para cambiar las memorias, ni suficientes hielos para atontarlas, pero seguimos intentando.

No es que seamos idiotas, simplemente obstinados.

Y así es que el mundo sigue girando.

12 de febrero de 2008

Quema esas cartas

Buenos Aires, 12 de febrero de 2007.

Queridas paredes,

A todas y cada una de ustedes contra las que me he dado: gracias por la sabiduría.

Que tengan felices navidades y un sincero año nuevo.

Atte.

Yo

8 de febrero de 2008

El fino arte de quemar un puente

Si tuviera una moneda de diez centavos por cada charla nocturna en la que se filosofó sobre lo efímero e imprevisible de la vida, a esta altura probablemente sería millonario, lo cual facilitaría mucho mi vida, o al menos eso me han hecho creer los manuales de autoayuda. Nadie me ha dado monedas de diez o siquiera cinco centavos aún y menos en cantidades, por lo tanto solo me queda buscar refugio en mi anotador cuadriculado y alguna que otra lapicera gaucha que me acompañe en el sentimiento.

La noción que podemos tener acerca del futuro es tan incierta como nuestro almuerzo del lunes. Dicho esto, cabe hacer una excepción con la gente que tiene gastroenteritis: ellos saben que de 48 a 72hs el menú nunca va a alejarse del arroz con caldo o la pechuga de pollo con puré de calabaza... un churrasco tal vez si deciden ponerse en reventados, pero no creo que nadie que vaya al baño siete veces en una tarde tenga muchas ganas de ningún reviente, excepto el que incluye morir y pronto.

El que este bajo la impresión que el destino se ríe de nosotros en nuestra propia cara, probablemente ande en lo cierto. Paranoicos y con la certeza que nos están siguiendo, solamente un asiento vacío nos da alegría, siempre y cuando podamos ocuparlo. No importa a quien haya que matar: si ese peinado luce como de peluquería y té con masas, es perfectamente legal y argentino hacerlo. También si es color rubio mostaza. Viva la patria.

Si la vida fuera como las propagandas de jabón en polvo todos seríamos más felices. Espero ansioso el día que Tribunales se convierta en una gran comedia musical y se vuelvan a poner de moda los bombines. Al fin y al cabo nunca fui un buen bailarín, y sin expectativas no hay desilusiones, que para eso sí tengo talento. Para eso y para quemar algún que otro puente, que era la idea original de todo este texto, pero ya lo ven, supongo que también incumplí con ustedes.

Al menos fue gratis.

7 de febrero de 2008

Este se llama "El autor esta bloqueado" (de la inspiración y todo aquello a lo que se esta mal acostumbrado)

Abandonar proyecto momentáneamente.

Respirar hondo.

Salir a caminar.

Observar comportamientos humanos.

Tomar nota mental y perderla.

Volver a casa.

Escuchar música.

Mirar fotos viejas.

Leer anotaciones viejas.

Releer lo escrito.

Nada nuevo o al menos nada decente (bajo standard propio de decencia).

Manotazo de ahogado: escribir acerca de todo esto.

Algo es algo.