16 de septiembre de 2007

Birmingham

Vivo por la zona hace años, pero nunca me había percatado de su existencia hasta hace poco tiempo atrás. Cabe aclarar, que por poco tiempo atrás, me refiero a un par de meses, digamos unos cuatro o cinco, que muchas veces se pasan volando y otras tantas toman una vida entera (creanme, sé de lo que hablo).

Últimamente nos hemos hecho bastante cercanos: día a día, bueno, no tan seguido pero si frecuentemente, es testigo de mi andar y volver, de mis madrugones apurados y del sosego que precede cada hasta mañana, sin dudas mi momento favorito de todo el jornal.

Me gustan sus idas y vueltas. Me gusta quedarme un rato ahí arriba, mirando los trenes, y remontarme a mis cinco años, a la aventura que significaba cruzar otro puente, el de la estación de Nuñez, mientras saltaba bien fuerte para asustar a mi hermano, que estaba convencido que se iba a venir abajo.

Pero como al recuerdo hay que darle el tiempo justo y no más que eso, muchas veces prefiero quedarme mirando al paisaje, sin pensar en nada. La experiencia me ha demostrado que no hay nada como esto para poder reflexionar pacíficamente acerca de todo lo que sea necesario.

Finalmente, hay días que solo elijo cruzarlo. Después de todo es un puente y para eso sirve... no exageremos.

2 de septiembre de 2007

Memorias del Lexotanil (una ópera ligera en tres actos)

Comprendame Doctor, yo sé que usted sabe mucho de esto: es un tipo leído y por lo visto también ha viajado. Si de algo estoy seguro es que usted podrá orientarme... ¡Mire que no soy de tener muchas seguridades! No es que sea pretencioso, ni siquiera que plantee imposibles ¡Por favor, no vaya a pensar mal de mí Doctor, no usted!

Mireme bien, soy un tipo común y corriente: mi mayor crimen ha sido no afeitarme en el día de la fecha... no ha sido de descuidado, no crea que soy de esos que no les importa su apariencia, he sido bien educado y bien aprendido. Tan solo tuve la intención de robarle unos minutos más a la cama antes de salir para la oficina, sabe usted bien Doctor que la gente como yo solo puede darse esos pequeños gustos y no mucho más que eso.

Doctor ¿Sabe algo? A veces pienso en mi vieja y mi viejo, la casa que teníamos en Los Lobos y el jardín gigante, mi perro ladrandole a los árboles y el embustero de nuestro vecino que juraba tener pileta pero jamás nos invito a usarla... pienso que linda era esa época y como ha cambiado todo, y tanto... como a uno el tiempo lo cachetea poco a poco hasta que se hace bastante. Y Doctor, yo no digo que se vaya la tristeza... pero simplemente me gustaría que cada tanto venga un poco la alegría.

Cae el telón