29 de enero de 2007

Yrigoyen 700

Leyendo las anotaciones de este cuaderno que comparto con ustedes, algunas hechas hace casi dos años ya, no puedo evitar indignarme ante los caprichos del tiempo.

Es que habiendome acostumbrado a que vuele casi sin que uno se dé cuenta, no entiendo como justo ahora, donde un poco de esa velocidad no vendría nada mal, al señor se le ocurre aminorar su marcha drásticamente.

En este párrafo debería escribir una conclusión que logre que todo esto tenga un cierre redondo, pero por más vuelta que le dé no hay manera de lograrlo.

Así que esto termina así.