2 de septiembre de 2007

Memorias del Lexotanil (una ópera ligera en tres actos)

Comprendame Doctor, yo sé que usted sabe mucho de esto: es un tipo leído y por lo visto también ha viajado. Si de algo estoy seguro es que usted podrá orientarme... ¡Mire que no soy de tener muchas seguridades! No es que sea pretencioso, ni siquiera que plantee imposibles ¡Por favor, no vaya a pensar mal de mí Doctor, no usted!

Mireme bien, soy un tipo común y corriente: mi mayor crimen ha sido no afeitarme en el día de la fecha... no ha sido de descuidado, no crea que soy de esos que no les importa su apariencia, he sido bien educado y bien aprendido. Tan solo tuve la intención de robarle unos minutos más a la cama antes de salir para la oficina, sabe usted bien Doctor que la gente como yo solo puede darse esos pequeños gustos y no mucho más que eso.

Doctor ¿Sabe algo? A veces pienso en mi vieja y mi viejo, la casa que teníamos en Los Lobos y el jardín gigante, mi perro ladrandole a los árboles y el embustero de nuestro vecino que juraba tener pileta pero jamás nos invito a usarla... pienso que linda era esa época y como ha cambiado todo, y tanto... como a uno el tiempo lo cachetea poco a poco hasta que se hace bastante. Y Doctor, yo no digo que se vaya la tristeza... pero simplemente me gustaría que cada tanto venga un poco la alegría.

Cae el telón

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