29 de enero de 2008

Un buen año para las rosas

La estatua de Rodríguez Peña me mira inquisidora mientras me pierdo pensando cuanto mejor le queda el invierno a su plaza. Hace rato que se acabó la música en mi MP3, pero sigo con los auriculares puestos. Me gusta así, mantiene a la gente con intenciones de salvar mi alma lejos.

No es que no crea en el cielo, creo que creo, pero desconfío de la posibilidad que una persona de corbata y manga corta me vaya a hacer entrar como si fuera mi casa con tan solo ceder un 10% de mis ingresos al mes.

Callao solía ser más amable, ni siquiera sé que hago caminando por ahí, pero lo estoy haciendo más rápido que de costumbre. Ya no hay palabras, quiera o no soy dueño de mis huellas y donde quieran llevarme. Una canción no vendría mal en este momento.

Me pregunto si tendré algo de Elvis Costello.

5 comentarios:

Wilfredo Rosas dijo...

Je. Me caés muy bien.

porteña dijo...

Por Callao solía caminar como viajan los purés sobre las cintas de las cajas de supermercado. Me dejaba llevar. Un día me robaron y no me acerqué nunca más a esa parte de la guía T, y si lo hago es sobre el 124.
Estoy adicta a tu blog hoy.

Anónimo dijo...

¿Estuviste preso man?

Javi! dijo...

los auris son tan buenos para aislarse. casi casi como si uno tuviese un cartel de "soy tarado no te entiendo".
Buenísimo, saludos.-

Los isleros dijo...

Los anteojos... digo, los de Elvis...